Culiacán, Sinaloa.— En un amanecer de gris incertidumbre, el cielo de Culiacán se despejó brevemente, solo para ser surcado por un imponente Boeing 727 de la Guardia Nacional. La aeronave, con matrícula XCNPF, cortó el aire con una misión de esperanza y autoridad en medio de una tormenta de violencia que ha puesto a la ciudad en estado de alerta.
Desde el 29 de agosto, cuando la tranquilidad de Culiacán fue interrumpida por una serie de enfrentamientos armados entre grupos de delincuencia organizada, la vida en la capital sinaloense ha sido una amalgama de miedo y silencio. Las festividades por la Independencia de México, tradicionalmente un símbolo de celebración y unidad, fueron canceladas en una demostración palpable de la crisis que embarga a la región.
La llegada del avión de la Guardia Nacional, a las 14:56 horas de este 16 de septiembre, marcó un nuevo capítulo en el intento por restaurar el orden y la seguridad en una ciudad que ha sido testigo de una escalada de violencia sin precedentes. La aeronave, un Boeing 727-264(A) de la serie B722, había hecho su primera aparición en Culiacán el 14 de septiembre, cuando aterrizó en el Aeropuerto Internacional a las 07:15 horas, solo para despegar dos horas después hacia la Ciudad de México. En su regreso hoy, el mismo avión desvió su trayecto hacia la capital sinaloense, llevando consigo una esperanza renovada.
La presencia de este imponente aparato no pasó desapercibida. Mientras el avión descendía lentamente sobre el aeropuerto, la ciudad parecía contener la respiración. La llegada de los elementos de la Guardia Nacional se percibe como una inyección de fortaleza y un recordatorio de que el gobierno federal está tomando medidas drásticas para enfrentar la crisis. La aeronave, tras una breve permanencia en la Ciudad de México, había emprendido su viaje de regreso con una carga simbólica y estratégica para el enfrentamiento que ha cobrado la vida de dos militares y varios civiles.
A la par de la llegada del avión, la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) reporta que, desde el secuestro de Ismael “El Mayo” Zambada, más de mil efectivos han sido desplegados en Culiacán. El despliegue de las Fuerzas Armadas, que incluye tanto a los “Murciélagos” como a los agentes de la Guardia Nacional, es un testimonio del esfuerzo coordinado para sofocar una ola de violencia que ha desafiado la estabilidad de la región.
En una conferencia de prensa llevada a cabo en el Cabildo de Culiacán, se anunció el refuerzo de seguridad con la incorporación de los elementos de la Guardia Nacional. Esta medida se suma a los esfuerzos ya en marcha para restaurar la paz y ofrecer protección a los ciudadanos. A medida que el Boeing 727 despegaba, un sentido de determinación llenó el aire, mientras Culiacán, una ciudad acostumbrada a la resiliencia, se preparaba para enfrentar los retos que se avecinan con un renovado vigor.
El cielo de Culiacán, ahora surcado por la sombra de la Guardia Nacional, parece dar paso a una nueva etapa en la lucha por la seguridad, mientras la ciudad observa con la esperanza de que estos esfuerzos finalmente traigan la calma tan anhelada.