“Acapulco Bajo el Agua: Tres Días de Lluvia Incesante”

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Acapulco, con su cielo de azul profundo y sus playas de postal, es ahora un paisaje desolador. La lluvia no ha cesado en tres días, dejando al puerto sumido bajo una inmensa capa de agua. A tan solo un año de haber sido devastado por el huracán Otis, el huracán John ha dejado nuevamente a esta ciudad en estado de emergencia. Lo que comenzó como una ligera llovizna la noche del lunes, pronto se transformó en un diluvio interminable, que no ha dejado respiro para los habitantes de este paradisiaco destino turístico.

El huracán Otis aún está fresco en la memoria de los acapulqueños, que en octubre del 2023 vivieron una de las peores tragedias en la historia de la ciudad. El ciclón categoría 5 dejó un rastro de destrucción, más de 50 muertos y miles de millones en daños. Hoy, la lluvia que no cesa les recuerda la fragilidad de su hogar ante los caprichos de la naturaleza.

Raquel, dueña de una miscelánea en la esquina de la avenida Costera y la colonia Icacos, no puede evitar el miedo y la desesperación. Mientras intenta sacar agua de su tienda con baldes, dice con voz trémula: “Ya no sé qué es peor, el viento o el agua”. El agua marrón que baja en torrentes desde las montañas y colonias populares ha convertido las calles en ríos peligrosos. La avenida Costera Miguel Alemán, uno de los principales accesos al puerto, se ha transformado en una enorme laguna. En la Escénica, la situación es aún más alarmante; cascadas de agua, lodo y rocas descienden desde los cerros devastados por Otis, convirtiendo la vialidad en una trampa mortal.

Una Ciudad Sumergida

En Acapulco, las imágenes de autos flotando en avenidas inundadas y la desesperación de los peatones que intentan cruzar calles convertidas en ríos se han vuelto cotidianas. Los camiones urbanos, pocos y valientes, son los únicos que aún se atreven a circular por el puerto. Los negocios permanecen cerrados, y el sector turístico, motor de la economía local, comienza a calcular las pérdidas. Octubre ya es un mes complicado para las ventas, pero las lluvias han hundido aún más las esperanzas de recuperación.

En la playa Icacos, las olas rompen furiosamente contra la costa, arrastrando lo que queda del mobiliario de playa que ha sido amarrado con cuerdas para evitar que el mar lo engulla. Los prestadores de servicios turísticos observan impotentes, mientras el puerto se ahoga lentamente bajo las incesantes precipitaciones.

Entre el Agua y la Rapiña

Como si no fuera suficiente la amenaza de la naturaleza, otra sombra se cierne sobre la ciudad: la rapiña. En redes sociales circulan imágenes de saqueos en medio de la tormenta. En colonias como la Zapata y Renacimiento, grupos de personas han irrumpido en comercios, aprovechando la confusión y el caos. La Guardia Nacional ha desplegado efectivos para contener la situación, pero el miedo persiste. En tiendas Oxxo, los empleados miran nerviosos, temiendo que las puertas de vidrio no sean suficiente para mantener alejados a los saqueadores.

El agua sigue cayendo, implacable. El bulevar Vicente Guerrero, las avenidas Costera y Cuauhtémoc, y numerosas colonias populares han quedado sumergidas. Los habitantes de colonias como Llano Largo, Piedra Roja y El Coloso, miran impotentes cómo el agua inunda sus casas y arrastra lo poco que queda de sus pertenencias. Desde las alturas de la avenida Escénica hasta los bajos de la zona Diamante, el puerto parece estar librando una batalla perdida contra la naturaleza.

Una Tormenta Sin Fin

En Pie de la Cuesta, los prestadores de servicios turísticos advierten del incremento en el oleaje. Las playas, normalmente llenas de turistas, están desiertas. Las olas, grandes y oscuras, chocan furiosas contra la costa, como si el mar mismo también estuviera en guerra. Los acapulqueños, mientras tanto, esperan con resignación que las lluvias cesen y que el sol vuelva a brillar sobre sus cabezas. Pero por ahora, Acapulco sigue bajo el agua, en una pesadilla que parece no tener fin.

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