El juicio y la sentencia contra Genaro García Luna marcaron uno de los momentos más trascendentales en la justicia estadounidense, destapando el entramado de corrupción que los cárteles de la droga tejieron en México. Aquel veredicto, que reverbera en ambos lados de la frontera, saca a la luz el grado de infiltración criminal en las altas esferas del poder mexicano.
Fue la exembajadora de Estados Unidos en México, Roberta Jacobson, quien, en una entrevista con el semanario Proceso en mayo de 2020, subrayó la magnitud de estos vínculos y cómo la administración del presidente Felipe Calderón tenía en sus manos información crucial sobre los nexos de García Luna con el narcotráfico. “El gobierno de Calderón sabía”, aseguró Jacobson. Sin embargo, los rumores, aunque preocupantes, carecían de confirmación suficiente, lo que forzaba a Washington a colaborar con el entonces secretario de Seguridad Pública, bajo la sombra constante de la duda.
En su relato, Jacobson detalló cómo las alertas sobre García Luna llegaban de México a oídos de funcionarios estadounidenses, quienes se veían atrapados en un dilema ético y diplomático. “Teníamos información y escuchamos rumores que, aunque no siempre confirmados, provenían de fuentes que se oponían a él”, admitió. Aun así, no había más opción que trabajar con García Luna, el rostro del combate al crimen en el sexenio de Calderón, en un contexto de alianzas incómodas y metas compartidas bajo la Iniciativa Mérida.
La embajadora describió con franqueza el ambiente de suspicacia en el que operaban: un delicado equilibrio entre colaboración y desconfianza. “Teníamos que apoyarnos en él”, explicó, recordando cómo en la embajada y otras agencias estadounidenses lidiaban con la ambigüedad, filtrando rumores de hechos para poder cumplir con los objetivos de seguridad conjuntos.
Con el paso de los años, lo que era una red de sospechas finalmente se materializó en un juicio histórico que expuso el lado oscuro de la guerra contra el narcotráfico. Las palabras de Jacobson, que en su momento parecían una advertencia, ahora resuenan con la contundencia de una verdad a la que ya no se puede dar la espalda.