En los oscuros pasillos del poder, hubo una advertencia que nunca fue escuchada. Javier Herrera Valles, excomisario de la Policía Federal, levantó la voz en su momento para alertar al presidente Felipe Calderón sobre la corrupción y los lazos con el narcotráfico de su hombre de confianza, Genaro García Luna. Aquel aviso, que pudo haber cambiado el curso de la historia, fue ignorado, y las consecuencias para Herrera Valles fueron devastadoras.
El excomisario no solo fue silenciado; fue perseguido. Poco después de denunciar los nexos de García Luna, Herrera Valles fue aprehendido, torturado y encarcelado, acusado de delitos que jamás pudo haber cometido. Su caso, una sombra que se proyecta sobre la administración de Calderón, es un testimonio de lo que sucede cuando la verdad incomoda a los poderosos.
Mientras García Luna continuaba ascendiendo, blindado por su relación con el presidente, quienes intentaron revelar la verdad pagaron el precio más alto. Herrera Valles, relegado al olvido durante años, hoy resurge como la pieza clave de una trama de corrupción y poder, donde Felipe Calderón, pese a sus declaraciones de inocencia, no puede evadir las preguntas: ¿Sabía? Y si lo sabía, ¿por qué no actuó?