En un giro inesperado del destino político estadounidense, la revelación de documentos federales ha puesto en el centro de atención al magnate Elon Musk, quien ha emergido como uno de los principales benefactores de la campaña de Donald Trump. Entre julio y septiembre de este año, Musk donó alrededor de 75 millones de dólares a su Comité de Acción Política, una cifra que subraya su creciente influencia en la arena política.
Pero Musk no está solo en su respaldo financiero. La millonaria Miriam Adelson, viuda del difunto magnate de los casinos Sheldon Adelson, se unió a la causa con una impresionante donación de 95 millones de dólares al mismo comité. Esta alineación de fortunas multimillonarias resalta el poder del dinero en la política, pero también plantea interrogantes sobre las motivaciones detrás de tales contribuciones.
A principios de 2024, el periódico israelí Haaretz informó que Miriam Adelson está ejerciendo presión sobre Trump para que apoye la anexión de la totalidad de los territorios ocupados de Cisjordania por parte de Israel, un tema que ha generado controversia en el ámbito internacional y que refleja cómo los intereses personales pueden influir en la política exterior de Estados Unidos.
Con estas donaciones, tanto Musk como Adelson no solo aseguran su lugar en la órbita de Trump, sino que también configuran el futuro del Partido Republicano y su enfoque hacia una de las regiones más conflictivas del mundo. En un momento en que las elecciones se aproximan, la pregunta es: ¿qué precio tiene el poder en el juego político estadounidense?