Acámbaro, Gto., 24 de octubre de 2024.- El jueves comenzó con estruendos que alteraron la calma de los municipios de Acámbaro y Jerécuaro en Guanajuato. Dos coches bomba, cargados con explosivos, detonaron en una mañana que quedará marcada en la memoria de sus habitantes y en los registros de la violencia que ha sacudido al estado en los últimos meses.
La primera explosión sacudió el municipio de Acámbaro, cerca de las 6:00 de la mañana, cuando un vehículo estacionado en la calle Colorado, en la colonia San Isidro, detonó en las inmediaciones del edificio de la Secretaría de Seguridad Pública municipal. La explosión fue devastadora, dejando tres policías heridos. Entre ellos, una agente femenina que, debido a la gravedad de sus lesiones, tuvo que ser trasladada de emergencia a un hospital. Los otros dos agentes presentaron heridas leves y no requirieron hospitalización, según informó el área de seguridad municipal.
El estruendo de la explosión resonó en toda la colonia, provocando daños en el edificio de Seguridad Pública, en cuatro casas aledañas y en siete vehículos estacionados en las cercanías. Los habitantes salieron a las calles, algunos confundidos, otros alarmados, mientras se intentaba contener la situación. Las sirenas de emergencia no tardaron en inundar la escena, mientras las fuerzas de seguridad evaluaban el alcance del ataque.
Pero no fue el único golpe del día. Apenas unas horas después, en pleno centro de Jerécuaro, otro coche bomba explotó, esta vez en la calle Fray Ángel Juárez. Afortunadamente, no se reportaron heridos en esta segunda explosión, pero el saldo fue igualmente impactante: una patrulla quedó completamente incinerada, siete autos particulares fueron dañados y nueve negocios sufrieron afectaciones, en una clara muestra de la capacidad destructiva de los ataques.
Los comercios que apenas abrían sus puertas vieron cómo sus vitrinas se desplomaban y las mercancías quedaban esparcidas por el suelo. La plaza central, usualmente un punto de encuentro matutino, se convirtió en un escenario de escombros y vehículos dañados, mientras las autoridades intentaban asegurar el área.
Hasta el momento, no se ha informado de algún grupo que haya reivindicado los ataques, pero la coordinación entre fuerzas de seguridad municipales, estatales y federales se ha intensificado. Los habitantes de Acámbaro y Jerécuaro, aunque acostumbrados a la violencia que ha acechado a Guanajuato en los últimos años, se enfrentan hoy a la incertidumbre y el temor de que estos hechos se repitan.
El sonido de la explosión aún retumba en la mente de quienes despertaron con el estruendo. Las calles, que deberían haber sido transitadas por ciudadanos en su rutina diaria, quedaron marcadas por el miedo, el humo y la presencia constante de las fuerzas de seguridad.