Washington, D.C. — En un mitin de campaña lleno de sus ya clásicas amenazas, Donald Trump dirigió sus palabras a la nueva mandataria de México, Claudia Sheinbaum, a quien —sin haber conocido— describió como “agradable” y, en la misma frase, le lanzó un ultimátum. Si llega a la Casa Blanca, Trump advirtió que exigirá a Sheinbaum frenar el flujo de drogas y migrantes hacia Estados Unidos; de lo contrario, impondrá un arancel del 25% a todas las importaciones mexicanas.
“Si no detienen este embate de criminales y drogas que vienen a nuestro país, voy a imponer inmediatamente una tarifa de 25 por ciento a todo lo que envíen a Estados Unidos”, declaró ante sus simpatizantes en Raleigh, Carolina del Norte. Sin inmutarse por los fuertes lazos económicos que unen a ambos países —México es el principal socio comercial de Estados Unidos—, Trump reafirmó su disposición a utilizar las amenazas como herramienta diplomática, recordando cómo presionó al expresidente mexicano Andrés Manuel López Obrador para endurecer las políticas migratorias.
Durante su intervención, Trump también hizo alarde de su última gira electoral, asegurando que su “firmeza” es la clave para restaurar el orden en la frontera, mientras que Kamala Harris y el Partido Demócrata, en su opinión, han sido demasiado blandos en temas de seguridad fronteriza. La vicepresidenta, mientras tanto, continuaba su campaña en Michigan, apostando por la importancia del recuento de votos en esta ajustada contienda, en contraste con el escepticismo de Trump sobre el sistema electoral.
El discurso del exmandatario, más una muestra de su estilo intimidatorio que una propuesta de política, añade tensión a una relación bilateral ya compleja y enrarecida. Trump, en su recorrido por estados clave como Pensilvania y Michigan, hizo un último esfuerzo para reactivar su base y asegurar los votos en un escenario electoral incierto y reñido, mientras el mundo observa qué desenlace traerá esta nueva contienda entre demócratas y republicanos.