El gobierno de Brasil ha expresado su firme rechazo al trato dado a 88 migrantes brasileños deportados desde Estados Unidos, quienes llegaron a Manaos esposados y con los tobillos amarrados. Las autoridades brasileñas calificaron el hecho como un “grave desprecio a los derechos fundamentales” y actuaron de inmediato para garantizar la dignidad de los afectados.
El vuelo, que inicialmente tenía como destino Belo Horizonte, realizó una parada técnica en Manaos debido a problemas mecánicos. Fue en ese momento que las autoridades brasileñas intervinieron, ordenando la “retirada inmediata de las esposas” y recordando que la dignidad humana es un principio fundamental de la Constitución brasileña y del Estado de derecho.
Las imágenes difundidas por medios locales mostraron a los migrantes bajando del avión en condiciones que generaron indignación. Tras la intervención, los deportados permanecieron en el aeropuerto de Manaos durante un día y una noche, donde recibieron atención médica, agua y colchones para descansar. Posteriormente, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva ordenó que un avión de la Fuerza Aérea Brasileña los trasladara a Belo Horizonte, asegurando su dignidad y seguridad.
Este incidente ha exacerbado las tensiones entre los gobiernos de Lula y Donald Trump, marcando el primer conflicto bilateral desde la llegada del mandatario estadounidense al poder. Aunque la deportación se enmarca en un acuerdo firmado en 2017, el trato dado a los migrantes ha sido ampliamente criticado por defensores de derechos humanos y autoridades brasileñas, quienes exigen respeto a los principios básicos de la dignidad humana.