Neoliberalismo sobre sangre: El plan capitalista para convertir Gaza en un resort de lujo y borrar a los palestinos

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La idea de transformar la Franja de Gaza en un paraíso turístico y económico no es nueva, pero ahora resurge con fuerza de la mano de Donald Trump y los intereses del capitalismo global. Detrás de esta visión aparentemente idílica —playas paradisíacas, rascacielos relucientes, campos solares y plantas desalinizadoras— se esconde un plan macabro: la expulsión sistemática de los palestinos y la limpieza étnica disfrazada de “progreso”. Este proyecto, bautizado como “Gaza 2035”, no es más que la materialización de los sueños neoliberales de Benjamin Netanyahu y sus aliados, quienes ven en los 365 km² de Gaza una oportunidad para explotar recursos naturales, como los 1.700 millones de barriles de petróleo que yacen bajo sus costas.

El plan, revelado en documentos filtrados en 2024, propone una “reconstrucción” que, en realidad, significa borrar la identidad palestina y reemplazarla con un enclave capitalista al servicio de las élites globales. La Franja de Gaza, devastada por décadas de ocupación y una guerra que ha dejado más de 47.500 palestinos muertos, sería convertida en una “Zona de Libre Comercio” que beneficiaría a Israel, Egipto y las monarquías del Golfo, mientras los gazatíes son relegados a meros espectadores de su propia desposesión.

La ironía es grotesca: mientras se habla de “ayuda humanitaria” y “rehabilitación”, el verdadero objetivo es asegurar el control israelí sobre la región y neutralizar cualquier resistencia palestina. La propuesta incluye un “Plan Marshall” y un programa de “desradicalización”, eufemismos para imponer un sistema de dominación económica y política que perpetúe la sumisión de los palestinos. Además, el plan no contempla la creación de un Estado palestino, sino la integración de Gaza en un “Gran Israel” que consolide su hegemonía en la región.

Pero el cinismo no termina ahí. El proyecto también incluye megaproyectos como NEOM, la ciudad futurista de Arabia Saudí, que pretende construir resorts de lujo y centros industriales en medio del desierto, mientras millones de palestinos viven en la miseria. Gaza, con su potencial estratégico en el Mediterráneo, sería convertida en un puerto industrial y un centro de fabricación de vehículos eléctricos, todo mientras sus habitantes son desplazados y su cultura, borrada.

El mundo árabe ya ha expresado su rechazo a este plan, pero el capitalismo global, con su insaciable sed de ganancias, parece dispuesto a sacrificar vidas y derechos humanos en nombre del “progreso”. Lo que se presenta como una visión de futuro no es más que la perpetuación de un sistema que prioriza el beneficio económico sobre la dignidad humana. Gaza no necesita resorts de lujo; necesita justicia, libertad y el fin de la ocupación. Pero en el mundo neoliberal, incluso los sueños de liberación son convertidos en mercancía.

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