La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, se convirtió en el centro de atención esta semana al abordar con firmeza las recientes revelaciones sobre operaciones encubiertas de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) en territorio mexicano. Según informes publicados por medios como The New York Times y CNN , drones MQ-9 Reaper han sido utilizados para vigilar a los cárteles del narcotráfico, un tema que ha generado tensiones diplomáticas y debates sobre la soberanía nacional.
Durante su conferencia de prensa matutina, Sheinbaum fue clara: “No hay nada ilegal. Lo que hay es una colaboración y una cooperación que existe desde hace muchos años entre el gobierno de Estados Unidos y el gobierno de México”. La mandataria explicó que estos vuelos forman parte de acuerdos históricos de seguridad gestionados principalmente por las Fuerzas Armadas mexicanas, bajo el consentimiento del gobierno y respetando la soberanía como principio fundamental.
Sin embargo, la polémica no radica únicamente en los vuelos, sino en el momento y la intención detrás de las publicaciones. Sheinbaum criticó duramente a ciertos sectores de la oposición y medios internacionales que han utilizado el tema para sugerir que su gobierno ha cedido ante el espionaje estadounidense o permitido la violación de la soberanía. “Dicen que la presidenta de México es débil, que permitió espionaje del gobierno de Estados Unidos y que hay violación a la soberanía. Cuando en realidad es un acuerdo de colaboración que ha existido desde hace años. No nos van a debilitar”, afirmó con contundencia.
La presidenta también desmintió rumores sobre supuestas operaciones ilícitas, señalando que muchos de estos vuelos han sido solicitados por el propio gobierno mexicano para acceder a tecnologías avanzadas que el país no posee. “Quieren hacer parecer que defendemos a los cárteles. Por supuesto que no. Nuestra obligación es garantizar la seguridad del pueblo de México y lo hacemos con total responsabilidad”, subrayó.
El contexto de estas declaraciones no es menor. Las relaciones entre México y Estados Unidos atraviesan un momento delicado, especialmente tras las amenazas del expresidente Donald Trump de imponer aranceles, deportaciones masivas e incluso enviar tropas estadounidenses a territorio mexicano. Al ser cuestionada sobre si teme a Trump, Sheinbaum respondió con aplomo: “No, tengo un pueblo que me respalda. Cuando uno tiene convicción y principios, ¿por qué habría de temer?”.
La presidenta reiteró que el diálogo sigue siendo la vía para resolver diferencias, pero dejó claro que la soberanía no es negociable. “Nosotros no vamos a permitir nunca que se vulnere la soberanía de México. Y si eso ocurriera, hay un pueblo entero dispuesto a defender su patria”, sentenció.
Por su parte, la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) ha negado tener registros de drones de la CIA operando en México, aunque funcionarios estadounidenses aseguran que estas misiones se llevan a cabo para identificar laboratorios clandestinos de fentanilo y otras actividades ilícitas relacionadas con los cárteles. Este desfase informativo ha generado incertidumbre sobre la verdadera naturaleza de las operaciones.
La postura de Sheinbaum refleja un equilibrio delicado: mantener la colaboración bilateral en temas de seguridad mientras protege la dignidad y autonomía del país frente a presiones externas. Sin embargo, la intensificación de estas operaciones bajo el mandato de Trump plantea interrogantes sobre las implicaciones futuras en la relación bilateral. Mientras tanto, el gobierno mexicano insiste en que la lucha contra el narcotráfico debe realizarse sin comprometer los principios de soberanía y autodeterminación.