Diego García, Océano Índico – Las imágenes satelitales no mienten: seis sombras aladas, cada una valuada en $1,100 millones de dólares, descansan en la pista de esta base militar británica. Son los B-2 Spirit, los bombarderos furtivos más letales de EE.UU., recién desplegados en medio de una escalada bélica que recuerda los peores días de la Guerra Fría.
Las fotos, difundidas por Planet Labs, muestran un aumento inquietante: de 4 a 6 aviones en solo una semana. Su objetivo potencial, según analistas consultados por AP y The Telegraph, es claro: las instalaciones nucleares subterráneas de Irán y las posiciones hutíes en Yemen. “Serían cruciales para una ofensiva”, advierte un reporte.
El contexto es explosivo. Donald Trump lanzó este lunes una advertencia siniestra a los hutíes –aliados de Teherán– tras ataques a buques estadounidenses: “El verdadero dolor está por venir”. Mientras, el Daily Mail revela que EE.UU. e Israel coordinan un posible ataque preventivo.
Pero Irán no se queda de brazos cruzados. Fuentes militares sugieren que podrían bombardear Diego García para neutralizar la amenaza. La base, ubicada al sur de India, es ideal para ataques relámpago: los B-2 pueden volar 11,112 km sin repostar y lanzar la GBU-57, una bomba de 12.3 toneladas que perfora búnkeres a 15,240 metros de altura.
Con solo 19 unidades en el mundo, el despliegue de casi un tercio de estos aviones en una sola base no es casual. Es un mensaje escrito en el cielo con tinta invisible: la guerra podría estar más cerca de lo que pensamos.