Bajo un sol radiante, el Zócalo de la Ciudad de México vibró con los ecos de golpes y gritos de entusiasmo este domingo, cuando leyendas del boxeo se reunieron para encabezar la Clase Nacional de Boxeo. Julio César Chávez, Rubén “Púas” Olivares, Óscar de la Hoya y Roberto Durán lideraron una jornada histórica que trascendió lo deportivo para convertirse en un mensaje de paz y lucha contra las adicciones. El evento, organizado en plazas públicas de todo el país, reunió a miles de personas ansiosas por aprender de los mejores.
El protagonismo de Julio César Chávez fue inmediato. Vestido con su clásico estilo sencillo pero imponente, el ícono mexicano fue el primero en tomar el micrófono y guiar a la multitud. Con una combinación básica pero efectiva —dos jabs seguidos de una derecha—, Chávez enseñó a los asistentes los fundamentos del boxeo. Junto a Marco Barrera, quien también compartió sus conocimientos, el Gran Campeón Mexicano caminó entre la gente, corrigiendo posturas y animando a quienes intentaban imitar sus movimientos. La energía era palpable, y los gritos de “¡Vamos, Chávez!” resonaban en cada rincón.
Mientras tanto, Óscar de la Hoya, con su carisma característico, tomó el escenario para mostrar sus técnicas. Aunque menos activo que Chávez, su participación fue bien recibida, especialmente cuando invitó a los jóvenes a comprometerse con un estilo de vida saludable. En otro sector del Zócalo, Roberto Durán, el legendario “Manos de Piedra”, enseñaba una combinación devastadora: izquierda, uppercut y gancho. Su energía, intacta a pesar de los años, inspiró a muchos, quienes coreaban su famoso grito de guerra: “¡No hay quinto malo!”
La cúspide del evento llegó cuando las tres leyendas —Chávez, De la Hoya y Durán— se unieron al centro del escenario para cerrar la clase con una rutina sincronizada. Dos derechas y dos izquierdas lanzadas al unísono, repetidas varias veces, demostraron la unidad que el boxeo puede generar más allá de las rivalidades. Finalmente, Chávez tomó la iniciativa y realizó un minuto de acción continua, dejando a todos impresionados con su resistencia y técnica.
La presidenta Claudia Sheinbaum, presente en el evento, destacó la importancia de esta iniciativa como parte de un esfuerzo mayor por promover la paz y combatir las adicciones. “El boxeo no solo es un deporte; es una herramienta para transformar vidas”, afirmó durante su breve discurso. Mauricio Sulaimán, presidente del Consejo Mundial de Boxeo (CMB), también participó activamente, acompañado de campeones y ex campeones como Isaac “Pitbull” Cruz, Rey Vargas y Lourdes Juárez, quienes interactuaron con los asistentes.
En otras partes del país, desde Guadalajara hasta Monterrey, plazas públicas se convirtieron en gimnasios improvisados donde familias enteras se unieron al movimiento. La Clase Nacional de Boxeo no solo buscó enseñar técnicas básicas, sino también transmitir valores como disciplina, respeto y perseverancia. Para muchos, fue una oportunidad única de conectarse con ídolos que han marcado generaciones.
Este evento histórico reflejó cómo el boxeo sigue siendo un puente cultural en México, capaz de unir a personas de todas las edades y orígenes en torno a un propósito común. Más allá de los golpes y las combinaciones, lo que quedará en la memoria colectiva es la imagen de miles de mexicanos moviéndose al ritmo de sus leyendas, inspirados por un mensaje de esperanza y cambio.