La muerte del papa Francisco ha generado reacciones en todo el mundo, pero pocas tan polémicas como la de Javier Milei, presidente de Argentina, quien pasó de calificar al pontífice como “el representante del maligno en la casa de Dios” a ofrecer una despedida pública que muchos consideran hipócrita y carente de autenticidad.
En 2018, Milei utilizó su cuenta de Twitter para lanzar un ataque verbal contra el papa Francisco, a quien acusó de “pregonar el comunismo por el mundo”. En ese entonces, escribió: “Dedicado a vos, zurdo hijo de puta que andás pregonando el comunismo por el mundo. Sos el representante del maligno en la casa de Dios. ¡Viva la libertad, carajo!”. Estas palabras no solo reflejaban su postura ideológica, sino también un tono agresivo que distaba mucho del respeto que tradicionalmente se reserva para el líder de la Iglesia Católica.
Sin embargo, tras el fallecimiento del papa Francisco, Milei adoptó un tono más moderado y emitió una declaración pública en la que lamentó su pérdida. Aunque evitó retractarse de sus antiguos ataques, su cambio de discurso fue evidente. Para muchos, esta nueva actitud parece ser una estrategia política destinada a evitar críticas en un momento en que gran parte del mundo católico rinde homenaje al pontífice.
El contraste entre sus palabras pasadas y presentes ha generado un amplio debate en Argentina y más allá. Sus detractores señalan que este comportamiento refleja una falta de coherencia y una tendencia a adaptar su mensaje según las circunstancias. “Es increíble cómo alguien puede pasar de insultar al papa llamándolo ‘representante del maligno’ a ofrecer una despedida casi lacrimógena”, comentó un analista político durante un programa de televisión. Por otro lado, algunos de sus seguidores han defendido su derecho a evolucionar en sus opiniones, argumentando que Milei siempre ha sido un defensor de la libertad de expresión.
Esta controversia llega en un momento en que el liderazgo de Milei enfrenta múltiples desafíos. Su gobierno ha sido objeto de críticas tanto dentro como fuera de Argentina, y su relación con la Iglesia Católica ha sido históricamente tensa debido a sus posturas anticlericales. Sin embargo, el fallecimiento del papa Francisco ha obligado a Milei a navegar por aguas políticamente delicadas, tratando de equilibrar su ideología con las expectativas de una sociedad profundamente católica.
Más allá de las interpretaciones políticas, lo cierto es que la figura del papa Francisco trasciende fronteras y credos. Su legado como defensor de los pobres, la paz y el medio ambiente ha dejado una huella imborrable en millones de personas. En este contexto, la reacción de Milei no solo refleja su compleja relación con el pontífice, sino también las tensiones entre ideologías opuestas en un mundo cada vez más polarizado.
El episodio plantea preguntas fundamentales sobre la autenticidad en la política y la capacidad de los líderes para adaptarse a momentos de duelo colectivo. Mientras unos ven en Milei un ejemplo de pragmatismo político, otros lo consideran un caso claro de hipocresía. Lo que queda claro es que su relación con el legado del papa Francisco seguirá siendo tema de discusión en los días venideros.