En un movimiento que tensará las relaciones geopolíticas, Rusia y Venezuela sellaron este miércoles un acuerdo de cooperación estratégica que profundiza su alianza militar, energética y tecnológica. El documento, firmado por Vladimir Putin y Nicolás Maduro, establece una asociación a diez años con renovación automática, creando un marco legal para lo que ambos gobiernos llaman “un mundo multipolar”.
El pacto incluye cláusulas sensibles: cooperación técnico-militar para “fortalecer capacidades de defensa”, instalación de una estación terrestre del sistema de navegación GLONASS (el GPS ruso) en Venezuela, y compromisos para evadir sanciones internacionales mediante una “infraestructura financiera independiente”.
En el ámbito energético, el acuerdo promueve la coordinación en OPEP+ para manipular los mercados globales, mientras que en lo ideológico ambos países se comprometen a combatir lo que denominan “neocolonialismo” y “glorificación del nazismo” -términos que usan para criticar a EE.UU. y la UE.
Analistas ven en este tratado un doble objetivo: para Rusia, ganar influencia en el patio trasero de EE.UU.; para Venezuela, obtener respaldo militar y tecnológico que fortalezca al régimen de Maduro. El acuerdo llega en un momento clave, cuando ambas naciones enfrentan sanciones económicas occidentales y buscan crear alternativas al sistema financiero global.