Bajo la sombra de una ramada tradicional en la colonia Revolución, donde el aire huele a tierra y resistencia, Manuel Rentería Rábago, gobernador tradicional Yaqui, sostiene con firmeza su bastón de mando. Su voz no oculta el orgullo al hablar de Hugo Aguilar Ortiz, el nuevo ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN).
“No es sólo su logro, es el nuestro”, afirma Rentería Rábago, mientras un grupo de ancianos asiente. “Por primera vez, uno de los nuestros estará donde se toman las decisiones que nos afectan”.
Aguilar Ortiz, exactivista por causas indígenas en el sur de México, llega al máximo tribunal del país en medio de polémica. Algunos cuestionan su trayectoria, pero aquí, entre cantos y danzas ancestrales, esas críticas se desvanecen. “Son ataques políticos”, dice el gobernador Yaqui. “No entienden que esto es una victoria para todos los pueblos originarios”.
Para la comunidad Yaqui, históricamente marginada y con batallas legales pendientes —tierras, agua, seguridad—, este nombramiento es más que simbólico: es una esperanza. “Si uno de los nuestros llega arriba, es nuestra obligación apoyarlo”, recalca Rentería Rábago. “Porque nadie más lo hará”.
En el fondo, el mensaje es claro: confían en que Aguilar Ortiz será su voz donde antes solo hubo silencio.