El renacer ferroviario: cómo el Corredor Interoceánico está transformando el sureste mexicano
El silbato de los trenes vuelve a escucharse con fuerza en el Istmo de Tehuantepec. Lo que antes fueron vías olvidadas hoy conforman el esqueleto de uno de los proyectos estratégicos más ambiciosos del gobierno mexicano: el Corredor Interoceánico (CIIT), una autopista ferroviaria que conecta los océanos Pacífico y Atlántico, y que según la presidenta Claudia Sheinbaum, “ha dejado de ser un sueño para convertirse en un polo de desarrollo para todo México”.
Durante la mañanera de este 18 de junio, Sheinbaum destacó cómo esta obra está revirtiendo décadas de abandono en la región. “Estamos hablando de una zona históricamente marginada que hoy se posiciona como alternativa comercial al Canal de Panamá”, afirmó, mientras detallaba los avances: 1,200 km de vías en rehabilitación, 30 laderos, 610 puentes y 8 polos de desarrollo que ya están concesionados.
El vicealmirante Octavio Sánchez Guillén, director del CIIT, desgranó los números que hacen palpables estos avances: más de 100,000 pasajeros y 500,000 toneladas de carga movilizadas desde su creación. Pero quizás lo más revelador son las conexiones futuras: el enlace con el Tren Maya en Palenque, la conexión con Guatemala, y el Complejo Matías Romero que albergará el cerebro operativo de todo el sistema ferroviario.
Detrás de las cifras hay un cambio social tangible. El CIIT ha impulsado 61 obras comunitarias este año, beneficiando a más de 100,000 habitantes de una región que por primera vez ve en el tren no solo un medio de transporte, sino un vehículo de oportunidades. Como bien lo resume Sheinbaum: “Esto no es solo infraestructura, es justicia social sobre rieles”.