La atmósfera en el exterior de la corte se tornó tensa y cargada de emociones. “¡Es culpable! ¡Justicia! ¡Justicia!” resonaban los gritos de un grupo de manifestantes, clamando por un fallo que pareciera tan evidente para ellos. En medio de este tumulto, Linda Cristina Pereyra y su hija, Luna García, hicieron su entrada, acompañadas por su abogado, César de Castro, quienes atravesaron la multitud con la determinación marcada en sus rostros.
Los gritos se intensificaron al verlas, y una voz se alzó entre la multitud: “¡Sigues tú, Felipe Calderón!” El eco de la acusación flotó en el aire, reflejando la profunda desconfianza hacia el sistema político que ha marcado los últimos años. La carga emocional de este momento no solo era palpable para las mujeres que atravesaban la entrada, sino también para quienes buscaban, con fervor, respuestas y justicia. La corte, escenario de una lucha que va más allá de un juicio individual, se convertía en el epicentro de una batalla por la verdad en medio de una historia llena de controversias.