“La doble vida de Genaro García Luna: 38 años de cárcel por traicionar a México”

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El juez Brian Cogan miró a Genaro García Luna con la severidad que merece un hombre caído desde las alturas del poder. Frente a él, el exsecretario de Seguridad Pública de México escuchaba, impasible, su sentencia: 460 meses de prisión, poco más de 38 años tras las rejas. Era el precio de haber liderado, no solo una cruzada contra el narcotráfico, sino también una organización criminal que facilitó el tráfico de drogas hacia Estados Unidos. A esto se sumaban una multa de $2 millones de dólares y años de libertad condicional. “Le daré una luz al final del túnel”, dijo el juez Cogan, dejando claro que incluso en medio de la condena, hay espacio para la esperanza.

Pero ese túnel, largo y oscuro, estaba manchado por los sobornos millonarios que García Luna recibió del Cártel de Sinaloa y otras organizaciones criminales. Los fiscales desnudaron su doble vida durante el juicio: un hombre que, mientras dirigía la “guerra contra el narco” en México, ayudaba a las mismas organizaciones que debía combatir, entregándoles rutas seguras para el tráfico de drogas. Se reveló que utilizaba información privilegiada de la DEA y otras agencias estadounidenses para su beneficio y el de los narcotraficantes.

El veredicto, emitido el 21 de febrero de 2023, lo encontró culpable de cinco delitos, entre ellos liderar una organización criminal y conspirar para el tráfico de cocaína. El jurado escuchó los testimonios, revisó la evidencia y concluyó que los crímenes se habían demostrado “más allá de la duda razonable”. García Luna, que ascendió bajo la sombra de los gobiernos panistas, intentó defenderse: “Nunca he sido una amenaza o un riesgo para la comunidad”, declaró, pero sus palabras cayeron en el vacío.

La defensa, liderada por César de Castro, pidió una sentencia de 20 años, argumentando que ese periodo sería suficiente para cualquier cambio importante en la vida de García Luna. Sin embargo, el juez Cogan, tras escuchar las acusaciones, los testimonios de exmiembros de cárteles y los agentes de la DEA y el FBI, se inclinó por una condena más dura. Las pruebas eran contundentes: García Luna había facilitado el transporte de toneladas de cocaína, cargamentos que cruzaron el continente desde Sudamérica hasta Estados Unidos.

Los fiscales, que habían investigado desde el año 2000 hasta el 2018, demostraron que García Luna no solo traicionó a México, sino que se lucró de su traición. Pese a que el juez restringió el proceso hasta 2012, la evidencia de los pagos continuó acumulándose, ya fuera en testimonios, documentos o videos que mostraban el alcance de su corrupción.

Con el fallo final, García Luna tiene la posibilidad de apelar, pero el eco de su caída ya resuena fuerte. El hombre que alguna vez fue el rostro de la seguridad en México ahora es el símbolo de una traición profunda. Mientras él espera la oscuridad de su celda, las cicatrices de su paso por el poder seguirán marcando la historia de un país que, en su nombre, libró una de sus guerras más sangrientas.

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