Bajo un cielo despejado y con el sonido del viento silbando entre las recién construidas casas, el gobernador Alfonso Durazo y su equipo caminaron por las calles de lo que ahora es el nuevo Fraccionamiento Altares Sección Dorada. El polvo de las obras aún en el aire se mezclaba con la esperanza palpable de las familias que, con anhelo, veían en esas 957 viviendas algo más que ladrillos y cemento: un futuro más accesible y digno.
Este proyecto, que se alza en el horizonte sonorense, ha sido concebido con una visión clara: responder a la creciente demanda de vivienda asequible, un reto que no es menor en una región donde el desarrollo urbano parece no seguir el ritmo de las necesidades de su gente. El fraccionamiento es mucho más que un conjunto de casas a bajo costo; es un símbolo de la promesa de un gobierno que ha decidido colaborar de la mano con el sector empresarial y los diferentes niveles de gobierno, rompiendo las barreras que hacen de la vivienda propia un sueño distante para tantos.
Las palabras del gobernador resonaron entre los asistentes: “Seguiremos siendo facilitadores”, dijo, y la frase no fue solo un compromiso, sino un eco del esfuerzo colectivo de autoridades y empresas por hacer lo que parecía inalcanzable: convertir en realidad la posibilidad de un hogar propio para todos.
El Fraccionamiento Altares Sección Dorada es un recordatorio de que, aunque el camino hacia la justicia social puede ser largo, pasos como este acercan a miles de sonorenses a esa meta. A medida que los primeros residentes crucen el umbral de sus nuevas casas, el sueño de tener un lugar propio en Sonora se tornará, finalmente, en una realidad dorada.