Este jueves, Wisconsin se convertirá en el escenario de una nueva ofensiva política. La vicepresidenta Kamala Harris, en su sexta visita a este estado clave, estará acompañada por el magnate e inversionista Mark Cuban, quien ha emergido como un aliado inesperado en la campaña de Harris-Walz. Cuban, conocido por su participación en medios y podcasts, ha criticado abiertamente a Donald Trump por alentar a las empresas a trasladar empleos a China, una estrategia que ha resonado con los votantes preocupados por el futuro económico del país.
A menos de tres semanas de las elecciones, Harris se embarcará en un itinerario que la llevará a Milwaukee, La Crosse y Green Bay, buscando no solo fortalecer su presencia en el estado, sino también conectar de manera directa con los votantes. Su jornada comenzará en la Universidad de Wisconsin-Milwaukee, donde se reunirá con estudiantes para presentar su plan de construcción de una economía más inclusiva, que incluye aumentar la deducción de impuestos para pequeñas empresas de $5,000 a $50,000.
La vicepresidenta también hará una parada en La Crosse, donde participará en un mitin en la Universidad de Wisconsin-La Crosse, acompañado por Cisco García, un estudiante local que representará a la nueva generación de votantes. El día culminará en Green Bay, bajo la sombra del emblemático Lambeau Field, donde se unirá a líderes comunitarios y sindicales, incluyendo a Jim Ridderbush, un destacado miembro del sindicato United Food & Commercial Workers.
Wisconsin, con su historia de cambios de tendencia electoral, representa un campo de batalla crucial. Harris llega con una ligera ventaja en las encuestas, un 48.1% frente al 47.5% de Trump, según Five Thirty Eight. Los condados de Brown, Outagamie y Winnebago se perfilan como zonas estratégicas, donde la retórica incendiaria de Trump ha llevado a muchos votantes a alinearse con los demócratas.
En el trasfondo, el gobernador Tim Walz y la primera dama Jill Biden también han intensificado sus esfuerzos en el estado, mientras Trump dirige su atención hacia otros terrenos de batalla en Georgia y Pensilvania, dejando a Wisconsin en un papel de observador cauteloso.
A medida que la campaña de Harris y Walz supera el millón de puertas tocadas en el estado, el eco de estas visitas resuena en un electorado ávido de cambios. La participación electoral promete ser alta, con carreras competitivas en juego, lo que añade una capa de incertidumbre a una contienda que, históricamente, ha sido un termómetro para las aspiraciones presidenciales.
Con cada aparición, cada encuentro, Harris y Cuban buscan encender la esperanza y la movilización en un estado donde cada voto cuenta. Wisconsin, una vez más, se convierte en el centro de atención, donde el futuro de la nación podría estar en juego.