Halloween electoral en Estados Unidos: entre disfraces de promesas y fantasmas de violencia

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En las ciudades de Nueva York y Washington, Halloween ha adoptado una atmósfera de ironía política. Políticos disfrazados en sus propios escenarios se presentan como salvadores o pacificadores, pero las máscaras no ocultan las acusaciones que los persiguen. Por un lado, un ex presidente acusado de abuso sexual y múltiples crímenes se autodenomina defensor de las mujeres; por el otro, una vicepresidenta se viste de mediadora pacífica mientras su gobierno enfrenta acusaciones de complicidad en conflictos internacionales. Como dicen en los círculos políticos: el espectáculo debe continuar.

El miedo, sin embargo, ya no viene solo de las figuras tradicionales de Halloween, sino de la campaña electoral misma. Con la elección en plena efervescencia y los dos candidatos empatados, los eventos y las giras en estados clave adquieren una intensidad feroz. A medida que se acerca el martes de elecciones, las esperanzas de la izquierda se concentran en el voto latino. En los mítines de Kamala Harris en el suroeste, la música de Los Tigres del Norte, Maná, y la presencia de Jennifer Lopez marcan la pauta de una estrategia que abraza la cultura latina para promover la participación.

Pero la campaña republicana, que también ha logrado captar parte del voto hispano, enfrenta un traspié que podría salirle caro. En un evento reciente, un comediante cercano a Donald Trump hizo un comentario que dejó al descubierto un discurso racista, y los demócratas no dejaron pasar la oportunidad: Ricky Martin, Lin-Manuel Miranda y Rita Moreno publicaron una carta en The New York Times en defensa de la dignidad de su cultura. Con frases como “olvídense del ruido, escuchen la armonía,” el mensaje buscó motivar a los votantes latinos a ejercer su derecho y recordar que ellos pueden decidir en esta elección.

En un acto casi irónico, Trump lanzó otro comentario provocador, autoproclamándose protector de las mujeres, afirmando que las defenderá “les guste o no.” Kamala Harris aprovechó la declaración para subrayar la importancia de la autonomía femenina y contrastar su liderazgo con la figura de Trump, un hombre que, además de su edad avanzada, lleva consigo una retórica controvertida.

Mientras Harris apela a una “nueva generación de liderazgo” a sus 60 años, Trump, a sus 78, continúa afirmando que el sistema está amañado. En un mitin en Albuquerque, atacó los autos eléctricos y las políticas ambientales, a pesar de su estrecha relación con Elon Musk, el magnate de Tesla y uno de los donadores más grandes de su campaña. Como siempre, el ex presidente desplegó su retórica calculada: “Me encantan los hispanos. Son trabajadores y emprendedores.” Las palabras de aprecio chocan con su discurso divisivo, aunque algunos sectores latinos aún se mantienen a su lado en Nevada y Arizona.

El temor a la violencia permea estos días. Las advertencias de confrontación física y la amenaza de desconocer el resultado en caso de perder generan un ambiente cargado, mientras los periodistas en el país toman precauciones sin precedentes. Según el Comité para la Protección de los Periodistas, más de 700 profesionales han recibido entrenamiento en seguridad ante el temor de ataques físicos en eventos políticos. La línea entre las palabras y los golpes se ha desdibujado en este Halloween, y aunque los disfraces cambien, el miedo a lo que subyace en ellos parece ser lo único auténtico.

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