“El fervor de un movimiento: miles de seguidores de Trump se congregan en Salem, Virginia”

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Salem, Virginia — Un mar de gorras rojas y camisetas con frases como “Jesús es mi salvador, Trump es mi presidente” inundó este tranquilo pueblo desde la noche anterior al mitin de Donald Trump. Hombres, mujeres, familias y jóvenes llegaron de todas partes para ver a quien consideran su líder, su esperanza, su voz. Pese al calor y las largas horas de pie, la energía no decayó. Estos seguidores, en su mayoría de origen blanco, esperaban ansiosos escuchar las palabras de un hombre que, según ellos, lucha contra un sistema que consideran fallido.

La entrada al Centro Cívico de Salem se colapsó en minutos. Los 6,200 asientos se llenaron rápidamente, mientras miles de personas se resignaban a quedarse afuera, donde se proyectaba el mitin en pantallas gigantes. “Este es el movimiento político más grande en la historia de nuestro país, probablemente en la historia del mundo”, declaró Trump desde el podio, arrancando aplausos de una audiencia que lo aclama como una superestrella, más allá de lo político.

Entre los discursos de otros oradores, como Stephen Miller, asesor de Trump y arquitecto de sus políticas antimigrantes, y las consignas de apoyo entre los presentes, quedaba claro que no estaban ahí por otros políticos. Para ellos, Trump es un salvador que promete un sueño americano renovado y palpable. Miller advirtió sobre los “peligros” de la inmigración, pero fue Trump quien arrancó las ovaciones más fuertes. Al preguntar “¿Están mejor ahora que hace cuatro años?”, la respuesta unánime fue un rotundo “¡No!”

El ambiente de fervor continuó a través de las canciones que acompañaban la espera: desde Sweet Caroline de Neil Diamond hasta 9 to 5 de Dolly Parton, los éxitos resonaban en este entorno de resistencia política. Los asistentes repetían que no solo apoyan a Trump, sino que se sienten parte de una revolución cultural. La música y las consignas celebraban a la gente trabajadora y común, una clara diferencia con las élites políticas a las que tanto critican.

Trump, conocido por improvisar y alejarse de su guion, bromeó cuando vio su imagen en la pantalla y comentó sobre su “día malo para el pelo”, provocando risas entre los presentes. La noche caía y el público seguía en pie, manteniéndose firme incluso cuando Trump se dirigió a su tercer mitin del día.

Para estos seguidores, ser parte de este mitin fue ser parte de la historia.

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