Tapachula, Chiapas. La madrugada del 2 de enero, cerca de 1,500 migrantes se congregaron en el parque Bicentenario para iniciar una nueva caravana hacia el norte, desafiando las restricciones del Gobierno mexicano y las tensiones diplomáticas con Estados Unidos. A pocos días de la investidura de Donald Trump, los migrantes buscan cruzar la frontera antes de posibles medidas más severas.
Encabezados por el activista Luis Rey García Villagrán, director del Centro de Dignificación Humana, los participantes avanzaron con un mensaje claro para la presidenta Claudia Sheinbaum: permitirles seguir su camino. “El mayor problema son las diferencias políticas entre la doctora Sheinbaum y el presidente Trump”, declaró García Villagrán, alertando sobre las promesas de deportaciones masivas y restricciones al asilo anunciadas por el mandatario estadounidense.
A pesar de las críticas y los riesgos, los testimonios de los migrantes reflejan desesperación y esperanza. César Eduardo Milano, un venezolano que intentó avanzar con un permiso de tránsito pero fue despojado de sus pertenencias por desconocidos, decidió unirse a la caravana por seguridad. “En grupo, Dios nos cuida y nos guarda”, compartió con determinación.
Por su parte, Erika Murcia, también venezolana, denunció la falta de opciones legales. “Las personas que deben temer son quienes tienen un pasado criminal. Nosotros queremos trabajar y ser productivos, pero en nuestros países no hay oportunidad”, expresó con firmeza.
La caravana también pone en evidencia las promesas incumplidas del Instituto Nacional de Migración (INM). Aunque ofrecieron trasladar a los migrantes a Tuxtla Gutiérrez con permisos provisionales para transitar por Chiapas, pocos confiaron en esas propuestas tras experiencias de detenciones en condiciones deplorables.
Este éxodo masivo reaviva la polémica sobre las caravanas, que resurgió en noviembre tras una llamada entre Sheinbaum y Trump, en la que la mandataria mexicana aseguró que los migrantes “ya no llegan” a la frontera norte. Sin embargo, el flujo migratorio y las tensiones políticas sugieren lo contrario.
El avance de esta caravana, cargada de incertidumbre y sueños, marca el inicio de un año que promete ser desafiante tanto para los migrantes como para los gobiernos que los enfrentan. Mientras ellos caminan, el eco de sus pasos resuena como un llamado a la acción y a la empatía en un mundo cada vez más dividido.