Hacía más de un siglo que un secretario de Estado de Estados Unidos no visitaba América Latina como su primer destino, hasta que Marco Rubio inició una gira oficial en Panamá el pasado fin de semana. Acompañado de Mauricio Claver-Carone, el primer latino en asumir un rol clave en la política exterior estadounidense, la visita refuerza el enfoque de la administración Trump hacia la región. Claver-Carone, con una trayectoria marcada por su postura firme contra Cuba y Venezuela, fue designado enviado especial del Departamento de Estado para América Latina.
El origen cubano de Claver-Carone y su estrecha relación con Trump lo posicionaron como una figura central en la estrategia de la Casa Blanca en la región. Su misión será restablecer el orden en un hemisferio, que según Trump, ha caído en el caos, abordando temas como la inmigración ilegal y el tráfico de fentanilo. Claver-Carone se propone además frenar la creciente influencia de China y resolver los conflictos con gobiernos como el de Nicolás Maduro en Venezuela.
Antes de su designación, Claver-Carone ya era conocido por su enfoque duro hacia Venezuela y Cuba. En 2018, asumió el rol de director de Asuntos del Hemisferio Occidental en el Consejo de Seguridad Nacional, donde apoyó el plan de Juan Guaidó en Venezuela. En 2020, Trump lo nombró presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, aunque su mandato terminó abruptamente tras un escándalo ético.
El regreso de Claver-Carone a la Casa Blanca, tras una breve incursión en el sector privado, subraya el giro hacia una política más agresiva hacia América Latina. La reciente gira oficial incluye visitas a El Salvador, Costa Rica, Guatemala y República Dominicana, y refleja un esfuerzo por consolidar relaciones con líderes regionales, a la vez que se avanza en políticas migratorias y de seguridad. A pesar de las críticas sobre la visión “dura” de Trump para la región, el gobierno estadounidense busca redefinir su papel en América Latina con un enfoque renovado en la migración, el comercio y la seguridad.