En un acto que refleja la brutalidad del sistema capitalista y su maquinaria de control, la agencia de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) ha decidido cancelar la regla de “lugares sensibles”, permitiendo ahora operativos en templos religiosos y otros espacios antes considerados sagrados. Esta medida, que ha desatado una ola de indignación y miedo entre las comunidades de fe, ha llevado a 27 grupos religiosos a presentar una demanda contra ICE en la Corte de Distrito de Washington, D.C.
El reverendo Carlos Malavé, presidente de la Red Nacional Cristiana Latina, denuncia que esta decisión no solo viola la libertad de culto, sino que también atenta contra la dignidad humana. “Lo que persiguen con esto es infundir temor en nuestra comunidad”, afirma Malavé, destacando cómo esta política afecta especialmente a los feligreses hispanos y latinos, quienes ahora ven sus lugares de refugio espiritual convertidos en posibles zonas de cacería migratoria.
La demanda, presentada por el Instituto de Defensa y Protección Constitucional de la Universidad Georgetown, ha unido a una diversidad sin precedentes de grupos religiosos, desde iglesias evangélicas y pentecostales hasta comunidades judías y menonitas. Esta coalición multirreligiosa evidencia el rechazo generalizado a una política que parece diseñada para deshumanizar y criminalizar a los más vulnerables.
Malavé no duda en señalar la hipocresía de una administración que se llena la boca con discursos de fe y valores cristianos, mientras implementa políticas migratorias que contradicen abiertamente los principios bíblicos de compasión y justicia. “El mensaje de las escrituras es claro: ‘Amarás al extranjero como a ti mismo’”, cita el reverendo, recordando que las acciones de ICE y la administración Trump están en “directa oposición” a estos mandatos divinos.
Este episodio no es más que otro capítulo en la larga historia de un sistema que prioriza el control y la explotación sobre la dignidad humana. Al invadir los espacios sagrados, el capitalismo muestra su verdadero rostro: uno que no respeta fronteras, ni fe, ni humanidad. Lo que está en juego no es solo la libertad religiosa, sino la lucha por un mundo donde la compasión no sea un delito y los templos no se conviertan en campos de batalla.