En un giro que ha sacudido los cimientos de la seguridad europea, el presidente estadounidense, Donald Trump, cortó esta semana la ayuda militar a Ucrania, dejando a Europa en una encrucijada. La decisión ha desencadenado una ola de actividad diplomática sin precedentes, con llamadas urgentes entre líderes, reuniones de emergencia de la OTAN y una cumbre de la UE programada para este jueves.
“Europa está en una era de rearme”, declaró Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, mientras los líderes del continente buscan demostrar a Washington que están listos para asumir el “trabajo pesado” de su propia defensa. Sin embargo, la tarea no es sencilla. Europa, un mosaico de países con diferentes presupuestos y prioridades, enfrenta el desafío de unirse frente a una Rusia que observa con atención.
El primer ministro británico, Keir Starmer, ha pedido “acción, no palabras”, mientras que Von der Leyen propone convertir a Ucrania en un “puercoespín de acero” con entregas urgentes de armas. Pero la realidad es que Europa sigue dependiendo críticamente de Estados Unidos para recursos clave, como inteligencia y capacidades de defensa aérea.
El Kremlin, por su parte, se regodea en las divisiones occidentales. Trump ha sido crítico con los aliados europeos, llamando “dictador” al presidente ucraniano y expresando su confianza en Vladimir Putin. Mientras tanto, países como Polonia y las naciones bálticas, que gastan más del 3% de su PIB en defensa, presionan para aumentar aún más su gasto militar.
En contraste, grandes economías como Italia y España no alcanzan el mínimo del 2% requerido por la OTAN. Además, según un estudio de Focaldata, la mayoría de los votantes en Alemania, Francia y Reino Unido prefieren reducir el gasto en defensa y centrarse en prioridades internas.
El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, ha advertido que Europa debe despertar y aumentar su gasto en defensa al 3% del PIB para reducir su dependencia de EE.UU. Si Trump se retira por completo, los expertos estiman que el gasto podría necesitar elevarse hasta el 6%, un escenario que los líderes europeos esperan evitar.