En un paisaje árido y desolado a 20 kilómetros de Hermosillo, las palas y picos de un grupo de mujeres desenterraron una verdad sepultada bajo tierra: 26 fosas clandestinas con 27 cuerpos, muchos de ellos con huellas de violencia extrema. Este hallazgo, realizado este sábado por el colectivo Madres Buscadoras de Sonora, desnuda la magnitud de la crisis humanitaria que asola al estado fronterizo, donde 5,027 personas permanecen desaparecidas y el crimen organizado opera con impunidad.
La búsqueda comenzó tras una llamada anónima que guió a las integrantes del colectivo hacia el predio. Entre los restos exhumados, uno de los cuerpos tenía las manos esposadas, evidencia de una ejecución fría y calculada. Objetos personales, como un zapato deportivo y una esclava plateada, se convierten ahora en las únicas pistas para identificar a las víctimas. Cecilia Delgado, portavoz del colectivo, expresó su determinación: “Creemos que hay más de 30 fosas aquí. Cada hueso cuenta una historia de dolor”.
Mientras personal de la Fiscalía de Sonora, la Guardia Nacional y el Servicio Médico Forense resguardan la zona, son las madres quienes lideran la excavación con herramientas rudimentarias. “El Estado nos falla; nos toca a nosotras sacar a nuestros hijos de la oscuridad”, declaró Delgado, reflejando el abandono institucional que obliga a estas mujeres a enfrentarse solas a la barbarie.
Sonora, estratégicamente ubicado junto a Arizona, es un campo de batalla controlado por facciones criminales como el Cártel de Caborca —liderado por Rafael Caro Quintero—, los Salazar, los Mata Salas y Los Deltas, aliados de Los Chapitos. Estos grupos, en guerra por rutas de narcotráfico y minería ilegal, han convertido al estado en el tercer lugar con más fosas clandestinas (154), solo detrás de Guerrero y Jalisco.
La violencia no es aleatoria: el 70% de las desapariciones están vinculadas a disputas territoriales, según el Observatorio Nacional Ciudadano. En 2023, Sonora registró 1,200 homicidios dolosos, con una tasa de 42 por cada 100,000 habitantes, casi el doble del promedio nacional. Las fosas descubiertas en Hermosillo son un microcosmos de la tragedia nacional: México acumula 121,712 personas desaparecidas y al menos 2,863 fosas documentadas desde 2018, aunque expertos creen que la cifra real supera las 5,000.
Aunque la Fiscalía prometió identificar a las víctimas mediante pruebas genéticas, los colectivos denuncian lentitud y opacidad. “Nos entregan restos sin nombre, en bolsas marcadas con números. ¿Dónde está la dignidad?”, cuestionó María Teresa Guerrero, fundadora de Madres Buscadoras, cuyo hijo desapareció en 2019. Mientras tanto, la estrategia federal muestra resultados magros: solo el 15% de los casos de desaparición en Sonora han sido judicializados en 2024.
Pese a las amenazas y la indiferencia oficial, estas mujeres siguen cavando. “No tenemos miedo. El amor por nuestros hijos es más fuerte”, dijo Guerrero, encarnando la lucha incansable de quienes buscan justicia en medio de la oscuridad.