En un escenario de crecientes tensiones comerciales, China ha dado un paso firme en su enfrentamiento con Estados Unidos al anunciar un ajuste significativo en los aranceles adicionales impuestos a las mercancías importadas desde EE.UU., como respuesta directa a las medidas de represalia adoptadas recientemente por Washington. Según el Ministerio de Finanzas chino, estas nuevas tasas entrarán en vigor el 10 de abril de 2025, elevando los aranceles del 34 % al 84 %. Este incremento se suma al ya existente arancel del 20 % aplicado previamente por supuesto tráfico de fentanilo y a otro arancel “recíproco” que alcanza el 34 %.
El Ministerio de Finanzas chino ha denunciado que las acciones de EE.UU. violan gravemente los derechos e intereses legítimos de China y socavan el sistema de comercio multilateral. “La decisión de Estados Unidos de aumentar los aranceles contra China es un error tras otro”, declararon desde el organismo, instando a Washington a corregir sus prácticas erróneas y resolver las diferencias mediante un diálogo igualitario basado en el respeto mutuo.
Pero China no solo respondió con aranceles. En una escalada adicional, el Ministerio de Comercio anunció la inclusión de 12 empresas estadounidenses en su lista de control de exportaciones y otras seis en la lista de entidades no fiables. Entre las compañías afectadas destacan American Photonics y Novotech, vinculadas a la tecnología, así como Shield AI y Sierra Nevada Corporation, relacionadas con la industria aeroespacial y de defensa. Las empresas incluidas en la lista de control de exportaciones están prohibidas de exportar productos de doble uso hacia China, mientras que aquellas en la categoría de entidades no fiables pierden completamente el derecho de realizar actividades comerciales o inversiones en territorio chino.
Estas medidas llegan en un contexto de creciente hostilidad comercial entre ambos países. El presidente estadounidense, Donald Trump, anunció anteriormente aranceles recíprocos masivos contra socios comerciales clave, incluyendo un gravamen total del 104 % sobre productos chinos después de añadir un arancel adicional del 50 % en respuesta a las contramedidas anunciadas por Pekín. Trump también señaló que espera que China busque un acuerdo, aunque aseguró que el gigante asiático “no sabe cómo hacerlo”.
Desde el gobierno chino, las críticas han sido contundentes. En un comunicado oficial, el Ministerio de Comercio calificó las amenazas de EE.UU. como “un error sobre otro error”, destacando lo que describen como la naturaleza chantajista de las políticas estadounidenses. Para China, estas acciones no solo son una agresión económica, sino también un desafío a la soberanía nacional y los intereses de desarrollo del país.
Las tensiones comerciales entre ambas potencias mundiales han escalado rápidamente en los últimos días, marcando un nuevo capítulo en la disputa que parece lejos de encontrar una solución pacífica. Mientras tanto, los analistas advierten que esta guerra arancelaria podría tener repercusiones globales, afectando cadenas de suministro, precios de bienes esenciales y la estabilidad del comercio internacional.
Para China, estas medidas representan más que una respuesta táctica; son una declaración de principios. Desde Pekín aseguran que las decisiones adoptadas buscan salvaguardar la soberanía nacional, la seguridad y los intereses estratégicos del país frente a lo que consideran una agresión unilateral. Sin embargo, el mundo observa con preocupación cómo esta escalada podría profundizar las divisiones entre las dos economías más grandes del planeta.