Hake al rey de X

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Los Ángeles, 12 de agosto de 2024 — El universo cibernético, siempre a la espera de una chispa de drama tecnológico, tuvo su dosis de suspenso el lunes por la noche. En una trama digna de una novela de ciencia ficción, Elon Musk, el titán de la tecnología y flamante maestro de ceremonias de X (antes Twitter), anunció que un ciberataque masivo había puesto en jaque la emisión de la tan esperada entrevista entre el magnate del espacio y el ex presidente Donald Trump.

El astuto Musk, con la habilidad innata de transformar cualquier evento en un espectáculo, decidió que la causa de la tardanza de la transmisión no era simplemente un fallo técnico, sino una embestida épica de Denegación de Servicio (DDOS) que habría hecho palidecer a los más nefastos villanos de Hollywood. “Parece que hemos sido el blanco de un ataque cibernético masivo”, tuiteó Musk con la preocupación calculada de un héroe de acción enfrentándose a un apocalipsis digital. “Estamos trabajando arduamente para detenerlo”, prometió, como si en su búnker lleno de gadgets y cohetes, estuvieran a punto de desactivar una bomba en una película de alto presupuesto.

La entrevista, programada para las 20H00 EST, se anunciaba con la solemnidad de un evento celestial: una conversación entre dos multimillonarios sin límites ni guion predeterminado, lo que sugería que el mundo entero debía prepararse para una cascada de revelaciones e inusitados comentarios. Pero, como en toda buena trama, el destino tenía otros planes. El chat entre Musk y Trump comenzó finalmente a las 20H30, después de lo que se puede describir como una espera con el mismo suspense de una sala de emergencia en una película de terror.

Para añadir una capa más de irónico dramatismo, el hecho de que la transmisión fuera vista por más de un millón de personas alrededor de las 20H50 no hizo más que subrayar la curiosa coincidencia de que el regreso de Trump a X coincidiera con una avalancha de mensajes de campaña y autopromoción. Musk, en su brillante estrategia de manejar crisis y narrar su propia epopeya, prometió que la grabación se publicaría “lo antes posible” tras el final de la charla, como si fuera el último fragmento de una caja de Pandora digital.

A pesar del mar de problemas tecnológicos, la entrevista no careció de impacto, marcando el regreso de Trump a su antiguo reino virtual tras la suspensión de su cuenta por el asalto al Capitolio, un incidente que ya parece un capítulo olvidado en una saga de fantasía moderna. Musk, con la misma destreza con la que maneja sus cohetes y autos eléctricos, había restablecido el acceso de Trump a X, desafiando a la controversia y al sentido común.

En una nota de humor involuntario, la entrevista prometida “sin límites en los temas” se erigió como el centro de atención mediática. Pero, mientras Musk luchaba contra un ciberataque ficticio de proporciones épicas y Trump intentaba relanzar su campaña, el mundo miraba, entre incrédulo y entretenido, a los dos protagonistas de esta pieza teatral digital. Después de todo, si el universo de Musk nos ha enseñado algo, es que en su mundo, incluso los ciberataques se convierten en un espectáculo de primera clase.

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